Ciudadanos, el primer partido de la oposición al nuevo
Gobierno de Cataluña que presidirá Carles Puigdemont, volverá a ofrecer este
lunes un pacto a tres con populares y socialistas para formar un nuevo Gobierno
de España que acabe con la situación de inestabilidad institucional y haga
frente al desafío secesionista.
EL COMENTARIO:
La verdad es que tal y como se presenta el panorama político, tengo mis dudas de si nuestros políticos sabrán estar a la altura de las circunstancias y , si sabrán elegir entre el bien común y sus propios intereses. Pensando en estas cosas, me he refugiado en la lectura de un filosofo, ya fallecido que me cautivó cuando yo era un joven inquieto, me refiero a Julián Marías, sus palabras, para mí, no tienen desperdicio alguno, estas que podéis leer a continuación, pertenece a un artículo publicado en la Vanguardia en 1971.
Lo opuesto a la política es la “politización”, el no ocuparse más que de política y, sobre todo, verlo todo políticamente. La política es sólo una “fracción» de la vida, y sólo tiene realidad sustentada sobre el resto de ella. Una visión exclusivamente política de la realidad no es ni si quiera política; en realidad, no es una visión sino lo contrario: un “fanatismo”; Y el fanatismo es lo que no deja ver, lo que sustituye la realidad por esquemas a “priori" la suplanta por una construcción que a última hora es una decisión voluntaria y arbitraria. De ahí el constitutivo esquematismo de todas estas posiciones políticas, su incapacidad de enterarse, de ver los cambios, su tendencia a la repetición de las mismas fórmulas, por mucho que el mundo varíe, su propensión a aplicarse por igual a cualquier país, a cualquier situación por diferente que sean. El politicista es lo contrario del político: el político es un hombre alerta, despierto, atento a las circunstancias; el políticista es un obseso, un sonámbulo, un dispositivo mecánico que no reacciona más que a un estímulo elemental (derecha o izquierda o como quiera llamarse).
Leer articulo entero de Julián Marias
Lo opuesto a la política es la “politización”, el no ocuparse más que de política y, sobre todo, verlo todo políticamente. La política es sólo una “fracción» de la vida, y sólo tiene realidad sustentada sobre el resto de ella. Una visión exclusivamente política de la realidad no es ni si quiera política; en realidad, no es una visión sino lo contrario: un “fanatismo”; Y el fanatismo es lo que no deja ver, lo que sustituye la realidad por esquemas a “priori" la suplanta por una construcción que a última hora es una decisión voluntaria y arbitraria. De ahí el constitutivo esquematismo de todas estas posiciones políticas, su incapacidad de enterarse, de ver los cambios, su tendencia a la repetición de las mismas fórmulas, por mucho que el mundo varíe, su propensión a aplicarse por igual a cualquier país, a cualquier situación por diferente que sean. El politicista es lo contrario del político: el político es un hombre alerta, despierto, atento a las circunstancias; el políticista es un obseso, un sonámbulo, un dispositivo mecánico que no reacciona más que a un estímulo elemental (derecha o izquierda o como quiera llamarse).
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