En la evolución de las formas políticas llega un momento de vacío, de hueco, debido al desgaste de las fuerzas establecidas. La naturaleza aborrece el vacío; la política también. Cuando una crisis económica coincide con otra política se produce una revolución, un cambio brusco, una transición. Sucedió así en la España de 1868, 1876, 1931, 1975, y puede ser también ahora, en 2014 y siguientes. En todos los casos anteriores el sistema de fuerzas políticas vigentes es sustituido por otro nuevo, que en principio aspira a más democracia. Coincide con un cambio de Constitución, de dinastía. De momento, el cambio presupone una alteración del lenguaje político. (Dejo aparte las dictaduras, que siguen otro esquema). Otra cosa es que la renovación a la que se aspira sea un éxito o un fracaso. Todo depende de circunstancias ajenas la voluntad de los políticos.
La crisis del sistema político actual coincide con el tajo económico más profundo de la edad contemporánea. Es evidente, además, el descrédito actual de los partidos establecidos de derechas y de izquierdas, nacionales y nacionalistas. El vacío va a ser rellenado por otras formaciones. De momento, la más espectacular es Podemos. Su ascenso vertiginoso se parece formalmente al de los nazis en la Alemania de entreguerras. Veamos algunas de esas coincidencias:
1) Dominio magistral de la propaganda. En la Alemania de los años 20 se produjo a través de la radio, el cine y la aviación. Hoy, por medio de la televisión y las redes sociales. La propaganda para el éxito se basa en la repetición de ideas muy simples.
2) La apelación a símbolos paganos, primitivos, mágicos. En los nazis la esvástica, en Podemos el ouroboros. La esvástica empezó como insignia del partido y llegó a ser de la Gran Alemania. Es un signo de muchas culturas primitivas, incluyendo la vasca. Representa el movimiento, la rotación, el Sol. El ouroboros de Podemos es un círculo esquemático que representa la serpiente que se muerde la cola, la renovación continua.
3) Los dos partidos, el nazi y Podemos, son esencialmente voluntaristas y se forman con jóvenes descamisados.
4) Ambos se apoyan en el descontento general producido por la crisis económica y la corrupción de los políticos.
5) Ambos recurren a la mística socialista, teñida de populismo y de autoritarismo. Por eso apelan a la calle. Desprecian la democracia burguesa, aunque se sirven de ella.
6) Los dos partidos necesitan señalar a los culpables de las desgracias colectivas: los judíos, los banqueros, los mercados.
7) Ambos dibujan una aureola sobre el líder carismático, rodeado siempre de su estado mayor. Necesitan ser siempre espectáculo.
Ya sé la objeción que se va a alzar con la comparación que establezco: "No es lo mismo", "no se puede comparar". Pero nada es lo mismo y todo lo comparable se puede comparar.
Lo anterior no quiere decir que Podemos vaya a ser el único pretendiente a rellenar el vacío de poder. Hay otros. Pero Podemos lleva una ventaja considerable al seguir fielmente la senda marcada por el Partido Nazi en Alemania. También se decía entonces que eran cuatro locos fanáticos. Una vez más, todo es cuestión de palabras.
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