Hay que olvidarse de la idea de la ciencia como algo puro, objetivo,
imparcial. La ciencia de hoy, con su enorme poder y autoridad, es una
empresa humana, hecha por personas muy inteligentes, pero muy ambiciosas
y, en muchos casos, imbuidas de ideologías sociopolíticas muy definidas
(Gonzalo Herranz en "El embrion ficticio")
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